
En los últimos meses, los móviles policiales de San Juan han protagonizado una preocupante serie de accidentes viales, muchos de ellos ocurridos durante la madrugada o primeras horas del día. Aunque los partes oficiales suelen atribuirlos a errores humanos o urgencias operativas, hay un factor que se repite en cada caso: la sobrecarga horaria del personal policial.
🌙 La noche, escenario de riesgo
En menos de 12 horas, dos patrulleros chocaron en distintos puntos de la provincia. Uno cruzó en rojo y dejó varios heridos, incluyendo menores de edad. El otro colisionó en una intersección transitada durante la madrugada. En ambos casos, los oficiales alegaron estar respondiendo a emergencias, pero no llevaban encendidas las sirenas ni las luces reglamentarias.
Estos hechos no son aislados. En marzo, tres patrulleros 0KM chocaron durante una caravana institucional, también en horario matutino. Aunque se trató como accidente de tránsito común, el trasfondo revela una dinámica laboral que pone en riesgo tanto a los agentes como a la ciudadanía.
⏳ Jornadas extenuantes, reflejos disminuidos
La Policía de San Juan trabaja bajo un régimen de disponibilidad permanente. Muchos agentes acumulan turnos nocturnos, horas extras no remuneradas y guardias extendidas sin descanso adecuado. Esta sobreexigencia impacta directamente en la capacidad de reacción, la atención al volante y la toma de decisiones en situaciones críticas.
Estudios sobre fatiga laboral en fuerzas de seguridad indican que la privación de sueño puede ser tan peligrosa como el consumo de alcohol al conducir. Sin embargo, en San Juan no existen protocolos específicos para limitar la conducción de patrulleros en condiciones de agotamiento.
🏛️ Exigencia política, desinformación pública
La presión no nace en las comisarías: proviene directamente del Gobierno provincial y la Secretaría de Seguridad, que exigen presencia constante en operativos, patrullajes y servicios adicionales. Mientras tanto, se difunden campañas políticas que aseguran aumentos salariales para los efectivos, cuando en realidad los únicos incrementos corresponden a los servicios adicionales, realizados fuera del horario habitual y en momentos en que los policías deberían estar descansando.
Estos adicionales —como custodias en escuelas, hospitales o eventos— se pagan aparte, pero no forman parte del salario base ni reconocen la carga física y mental acumulada. El resultado: agentes agotados, móviles deteriorados y una ciudadanía expuesta a riesgos evitables.
⚠️ ¿Quién responde?
Cada accidente implica daños materiales, riesgo de lesiones y pérdida de recursos públicos. Pero también expone una falla estructural: la falta de regulación sobre las condiciones laborales del personal policial. No hay controles médicos previos a la conducción, ni límites claros sobre la cantidad de horas que puede manejar un agente sin descanso.
La seguridad vial no puede depender del sacrificio individual. Es responsabilidad del Estado garantizar que quienes patrullan nuestras calles lo hagan en condiciones óptimas, sin poner en juego su vida ni la de terceros.
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