
📰 Cuando el uniforme se convierte en blanco fácil y el delincuente en víctima
Desde el caso de Cristian Morales en la Comisaría 6ª de Rawson, se ha desatado una seguidilla de denuncias por presuntos apremios ilegales en San Juan. Pero detrás de esta tendencia emergente, surge una preocupación legítima: ¿se está abusando del discurso de “víctima” para desacreditar a quienes arriesgan su vida por la seguridad pública?
🛡️ El policía en la mira
El trabajo policial implica actuar en situaciones límite, muchas veces frente a personas violentas, armadas o bajo efectos de sustancias. En ese contexto, cada intervención puede ser grabada, editada y viralizada, sin mostrar el antes ni el después. Así, el uniforme se convierte en blanco fácil, y el delincuente —que minutos antes ponía en riesgo a otros— aparece como víctima de un sistema que intenta contenerlo.
📍 Casos recientes en San Juan
1. Comisaría 6ª – Rawson
- Cristian Morales fue detenido por una contravención y terminó internado. El caso está judicializado, pero también abrió la puerta a una ola de denuncias que parecen seguir un patrón.
2. Zonda – Partido de fútbol
- Matías Guerra, técnico visitante, denunció haber sido reducido violentamente. Sin embargo, testigos afirman que provocó a la autoridad y generó disturbios en un evento familiar.
3. Chimbas – Barrio Los Andes
- Brian R., detenido por disturbios, denunció golpes. Videos muestran una intervención firme, pero dentro del protocolo. La causa está abierta, pero aún sin pruebas concluyentes.
⚖️ ¿Justicia o estrategia?
Desde la Subsecretaría de Control de Gestión y Orden Público se advierte que muchas denuncias no prosperan por falta de pruebas. Sin embargo, el daño reputacional ya está hecho. En redes sociales, el policía es juzgado antes que el expediente se abra. Y en algunos casos, se detecta que las denuncias surgen como estrategia para evitar sanciones judiciales o buscar beneficios procesales.
👮♂️ Vocación bajo presión
La mayoría de los policías actúan con profesionalismo, respeto y vocación de servicio. Pero hoy enfrentan una doble amenaza: la violencia en las calles y la desconfianza en los despachos. Ser policía ya no solo implica proteger al ciudadano, sino también defenderse de acusaciones que muchas veces carecen de sustento.
Conclusión:
La seguridad pública no puede construirse sobre la base de sospechas infundadas. Denunciar es un derecho, pero también una responsabilidad. Y si bien todo abuso debe ser investigado, también debe protegerse a quienes cumplen su deber con integridad. Porque cuando el delincuente se convierte en víctima y el policía en acusado, la sociedad pierde su brújula.
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